Este es el primer documento que realiza la Red Nacional de Carreras de Economía de las Universidades Públicas Argentinas (RENACE) promovida por las carreras de economía de la Universidad Nacional de Avellaneda (UNDAV), Universidad Nacional de General Sarmiento (UNGS), Universidad Nacional Arturo Jauretche (UNAJ), Universidad Nacional de Moreno (UNM), Universidad Nacional de Chilecito (UNdeC), el departamento de economía y administración de la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ) y el departamento de economía, producción e innovación tecnológica de la Universidad Nacional de José C. Paz (UNPAZ).
LA SITUACIÓN ECONÓMICA TRAS 10 MESES DE GOBIERNO LIBERTARIO.
Después de algo más de 10 meses de gestión, queda claro que el 10 de diciembre de 2023 no existía un plan económico y que, salvo la gran devaluación cambiaria que se temía, las medidas que se fueron tomando no respondían a un paquete de políticas macroeconómicas consistentes. Los primeros meses de gestión “libertaria” se caracterizaron por una sucesión de improvisaciones y medidas paliativas, sin resolver ningún problema de fondo. Lejos del paradigma liberal tradicional y de llevar adelante reformas promercado, el Ministerio de Economía mantiene restricciones e intervenciones múltiples con el único objetivo “huir hacia delante”. Las supuestas bondades del shock inicial de expectativas se van apagando conforme pasan los meses y el diseño del esquema macro-financiero acumula mayores distorsiones. Lejos aún de cumplir un año, el Gobierno acude a medidas de emergencia para contener presiones crecientes. Las incongruencias de este proceso se expresan en los principales indicadores que muestran un desempeño cada vez más preocupante, aunque el deterioro económico progresivo no sólo se percibe en los indicadores de las series estadísticas. La incertidumbre económica está generando un fuerte impacto social, con deterioro significativo de los salarios, aumento de la pobreza, mayor desigualdad y un fenómeno que hace tiempo nuestro país no sufría: un salto abrupto de la desocupación. A pesar de que era sabido que la recesión era una de las herramientas pensadas por el gobierno para paralizar la puja distributiva a favor de los sectores concentrados, la novedad sobrevino cuando empezaron los problemas en la esfera cambiaria y financiera donde, se suponía, estaban sus fortalezas en materia económica.
Compra neta de dólares del BCRA (en millones de U$S)
Fuente: BCRA.
La dinámica del mercado cambiario y el sector externo muestran un alto grado de inconsistencia. Después de meses de acumulación de reservas tras la fuerte devaluación de diciembre, la efímera ganancia de competitividad cambiaria se diluyó rápidamente. Los productores de granos empezaron a retrasar parcialmente las ventas, los importadores aceleraron las compras del exterior y las intervenciones directas en el mercado de CCL terminaron por neutralizar el incipiente proceso de acumulación de reservas. Es así, que en el tercer bimestre del año el BCRA comenzó a registrar una posición neta vendedora, que probablemente se sostenga hasta fin de año. Más aún, si a las compras brutas de dólares del BCRA se les descuenta la emisión de Bopreal (exigibles en el lapso de esta gestión) y el diferencial de deuda comercial, el resultado es una acumulación de reservas netas menor a los U$S 3.300 millones. Esto implica reservas negativas del orden de los U$S 6.000 millones, a pesar de la normalización de la cosecha en comparación al año de sequía histórica.
Acumulación de reservas y dólares exigibles (en millones de U$S, acumulado dic-23/julio-24)
Fuente: BCRA y nuestras estimaciones.
Así, el gobierno “liberal libertario” parece inclinarse ahora por el dólar controlado por el Estado en vez de liberarlo a las fuerzas del mercado. El esquema crawling peg a una velocidad del 2% mensual terminó carcomiendo el salto inicial del 118% en el dólar oficial. A fines de agosto, ajustado por inflación, el dólar oficial se posiciona solo 3,1% por sobre los niveles de noviembre 2023, mientras que el MEP ya cae 38,8% en términos reales, dado el sostenimiento del Dólar Blend y las nuevas intervenciones directas.
Tipo de cambio real, según segmento (en número índice base nov-23=100, ajustado por inflación)
Fuente: BCRA, Bloomberg e IPC-INDEC.
El peso, antes despreciado, es ahora elevado a la categoría de “moneda fuerte” sobre bases poco sólidas, a partir de restricciones forzadas a la oferta de dinero de corto plazo, lo que no puede impedir que las expectativas de devaluación crezcan y realimenten la renuencia de los agroexportadores para concretar sus operaciones e ingresar divisas.
El propósito del equipo económico es ahora lograr la convergencia de todas las variables nominales al rango de 2% de aumento mensual. Esa intención luce poco probable dada la rigidez a la baja de la inflación por debajo del 4%, a pesar del ancla cambiaria y de pisar precios en segmentos regulados. En cualquier caso, debe llamar la atención que, antes de cumplir el primer año de gestión, el BCRA ya deba apelar a medidas de emergencia por la evidente erosión de la confianza, que se expresan en un riesgo país en torno a los 1.600 puntos básicos. Sin el visto bueno del FMI para mantener este objetivo cambiario, el esquema queda sujeto al goteo de préstamos de otros organismos multilaterales ante los que el Gobierno está “pasando la gorra”. La consecuencia es un aumento del stock de deuda, que se vuelve más pesada sobre una economía más chica, representando la externa más del 58% del PBI en el primer trimestre, tocando niveles máximos desde 2021.
Deuda externa bruta (como % del PBI)
Fuente: Ministerio de Economía.
La incoherencia de este diseño macroeconómico tiene su correlato en la debacle productiva, promovida por el propio gobierno como parte de la lucha antiinflacionaria. La recesión incipiente de 2023, producto de la restricción externa en un contexto mucho más complejo, se profundizó dramáticamente este año. El PBI va a caer alrededor del 4%, con casi todos los rubros a la baja, a excepción de las actividades extractivas y el rebote estadístico del agro. Tan es así que sectores críticos en materia de creación de empleo y eslabonamientos productivos, como la industria y la construcción, muestran retrocesos dramáticos que alcanzaron caídas reales de hasta el 40%.
Actividad productiva, según segmento (en % de variación interanual)
Fuente: INDEC.
Obviamente, la crisis productiva tiene reflejo en magros niveles de inversión. Conforme la demanda se retrae y las perspectivas para el mercado interno se vuelven sombrías, la renovación de equipos durables de producción y la construcción pierden vigor. Tan es así que el índice mensual de la inversión tocó en el último cuatrimestre los valores más bajos desde la salida de la pandemia 2020, con una merma del 14,7% en lo que va de gestión libertaria. Asimismo, los registros sobre utilización de la capacidad instalada en la industria cayeron al 54,5% en junio, 14 puntos porcentuales menos que en el mismo mes del año anterior (68,6%), indicando que una de cada dos máquinas industriales está parada.
Tasa de inversión bruta interna (en número índice, serie desestacionalizada en valores constantes)
Fuente: OJF & Asociados.
El descenso de los salarios reales es la otra cara de la misma moneda. Es imposible que en un año en que la economía destruye valor y muchas empresas cierran, los ingresos de la clase trabajadora recuperen terreno perdido. Los registros estadísticos marcan un retroceso del 12,4% para el índice de salarios, que pondera la actividad privada, pero también la pública y la informal. En los últimos meses la inercia de las paritarias en los segmentos formales parece contener mínimamente la erosión inflacionaria, pero sin recuperar el terreno perdido del primer bimestre, que registró una de las peores pérdidas de poder adquisitivo en la historia económica reciente.
Salarios promedio (en número índice base nov-23=100, ajustado por inflación)
Fuente: INDEC.
En adición al deterioro salarial, Argentina vuelve a sufrir el daño de un fenómeno que había salido del radar hace veinte años: la desocupación. Con datos registrados para los primeros cinco meses del año, en la gestión libertaria ya se perdieron 154 mil empleos registrados, mientras que la tasa de desocupación saltó 2 puntos porcentuales en el primer trimestre del año. A pesar de la reforma laboral encubierta en el DNU 70/2023, ningún empresario tiene incentivos para emplear en el marco de una economía que no se encauza. Menos demanda, menos ventas y menos facturación constituyen la tormenta perfecta para los sectores dependientes del consumo interno. Hoy todos los indicadores minoristas pronostican que la recesión no tocó piso y que el segundo trimestre seguirá profundizando.
Empleos en el sector privado registrado (en miles de puestos de trabajo, serie desestacionalizada)
Fuente: Secretaría de Trabajo, Empleo y Seguridad Social.
El derrotero descendente en la actividad y el empleo está íntimamente ligado con la lógica de la política fiscal. El recorte en casi 32% del gasto en términos reales en el primer semestre 2023 introduce nuevamente a nuestro país en la “trampa del ajuste”. Por un lado, la reducción de erogaciones en áreas sensibles potencia la retracción en la demanda agregada, como la caída mayor al 80% en obras públicas, aun las que estaban en ejecución, más la caída del 75% en las transferencias a provincias, y el impacto social del ajuste con al licuación de casi 22% en prestaciones sociales (principalmente en las categorías mínimas de jubilaciones y pensiones) y en los salarios públicos, y de más del 40% en el presupuesto universitario para salarios a docentes y nodocentes.
Como ya ocurrió tantas veces en la historia argentina bajo administraciones neoliberales, la vocación obcecada por cerrar la brecha fiscal de forma acelerada termina metiendo a la economía en un laberinto sin salida. La política contractiva potencia la retracción de la actividad, eso reduce la recaudación de los impuestos atados a la actividad y exige reducir aún más el gasto.
Gasto del sector público nacional, por rubro (en % de variación para el primer semestre 2023/24, ajustado por inflación)
Fuente: Ministerio de Economía e INDEC.
Los ingresos del sector público registran mayoría de bajas en 2024, sin perspectivas de reversión a corto plazo. Si bien la restitución de la cuarta categoría del impuesto a las ganancias va a ampliar la base tributaria del fisco nacional, se espera que sea compensado con creces por el recorte de alícuotas en el impuesto sobre bienes personales y en el impuesto PAIS, que no se coparticipa. De la “trampa del ajuste” sólo se puede salir fortaleciendo la demanda interna y promoviendo el aumento de la producción, algo que a los funcionarios libertarios no parece hacerles sentido.
Recaudación tributaria nacional (en % de variación, ajustado por inflación)
Fuente: AFIP e INDEC.
En definitiva, los sacrificios en términos de actividad e ingresos que impuso el gobierno no sólo son innecesarios y no recomendables, sino que tampoco resolverán los problemas económicos vigentes, antes que eso los agravarán. Curiosamente, y pese a su supuesta especialización en temas financieros, la gestión actual muestra una gran incapacidad para acumular reservas y estabilizar la situación macroeconómica, generando una creciente preocupación hasta en sus propios votantes. Por eso, este análisis destaca la insostenibilidad del esquema en curso y recuerda que no es la primera vez en la historia argentina que estas políticas condujeron a resultados nefastos. La diferencia en este caso es que se está llevando a cabo a una velocidad más acelerada y sin dique de contención alguno para la producción nacional ni para los sectores de mayor vulnerabilidad social.
OCTUBRE, 2024