Por Hernán Vizzolini*
El escenario coyuntural que atraviesa el mundo ha puesto a la ciencia y la tecnología como los
pilares fundamentales para afrontar las distintas problemáticas sanitarias, sociales y económicas que surgen de la pandemia. En este contexto, el Estado, a partir de sus distintos instrumentos de acción, tiene un papel clave como articulador y promotor del desarrollo de los distintos actores del sistema nacional de ciencia, tecnología e innovación (SNCTI).
Sin embargo, la efectividad y el alcance de las respuestas que pueda dar un SNCTI a las necesidades de una población depende, en gran escala, de su fortaleza y su evolución. Cuando surge un problema urgente, como lo es la pandemia actual, no se puede poner a andar un SNCTI eficaz de un día para el otro.
En efecto, la rapidez y la efectividad en conseguir una vacuna para el COVID-19 no estará despojada de las características del sistema científico-tecnológico en donde surge. Lo mismo puede decirse sobre los tests de diagnóstico. Por ejemplo, hace pocos días se dio a conocer el NEOKIT-COVID-19, un test rápido y económico que permitirá descentralizar la detección de nuevos casos de esta enfermedad.
El test fue desarrollado por científicos del CONICET en el Instituto de Ciencia y Tecnología César Milstein en asociación con la empresa NEOKIT SAS, formada sobre la base de un Consorcio Público-Privado (CAPP) entre el CONICET y el Laboratorio Pablo Cassará S.R.L.
La teoría económica tradicional suele concebir la idea de que “donde existe una necesidad, nace un mercado”. Esto implica que, ante una oportunidad de inversión con ganancias por encima de la media, surgirán nuevas empresas (o empresas existentes se reconvertirán) para atender dicha demanda. Sin embargo, esto dista bastante de lo que en la realidad sucede y, en particular, en el caso de las empresas de base tecnológica como NEOKIT S.A.S.
En primer lugar, la trayectoria y el apoyo a la investigación científica resulta clave para poder tener este tipo de desarrollos. Por un lado, durante los últimos años, el ICT Milstein ha logrado obtener financiamiento sostenido en el tiempo con fondos públicos provenientes del MINCyT y CONICET y el aporte de la Fundación Pablo Cassará para desarrollar proyectos, adquirir equipamiento y formar nuevos recursos humanos. La formación de recursos humanos y la incorporación de nuevos investigadores permitió el desarrollo de nuevas líneas de investigaciones muy promisorias. Hoy el ICT Milstein cuenta con una producción de publicaciones académicas en revistas de alto impacto científico, con prestaciones de servicios de alta tecnología y con desarrollo de nuevos emprendimientos con base tecnológica, además de NEOKIT SAS.
En segundo lugar, la creación EBTs, como NEOKIT S.A.S., suele ser un proceso con un alto riesgo (sino de incertidumbre total) dado que, por la naturaleza misma de la innovación, lleva a que no se pueda prever qué tan exitoso será el nuevo bien o servicio que la empresa produce, y eso suponiendo que se tiene éxito en el desarrollo de los mismos. Cómo el “riesgo” no se puede medir, el sistema financiero tradicional, así como los capitales privados, son reticentes a invertir en estos proyectos. Es por eso que las primeras etapas, denominadas capital semilla y de start-up, suelen ser financiadas con fondos públicos o con una preponderante participación de este (Ghosh y Nanda, 2010; Mazzucato, 2014). Detrás de la creación de NEOKIT S.A.S., se encuentra un aporte significativo de recursos públicos, tanto en la forma monetaria como en capacidades.
Por último, y en línea con lo anterior, la infraestructura donde nace y crece la EBT, así como el equipamiento que utilizan, suele ser de origen público, tales como universidades o laboratorios de CyT. En el caso de NEOKIT S.A.S., la infraestructura y el equipamiento corresponde al Instituto Milstein, una unidad ejecutora de doble dependencia, creada en el año 2007 como resultado de la integración del CONICET y la Fundación Pablo Cassará.
En suma, el caso de los tests NEOKIT-COVID-19 es un ejemplo de la importancia de contar con un SNCTI que permita dar respuesta de alto impacto a la población ante situaciones apremiantes, como lo es la actual pandemia. Para esto, se necesita un Estado presente que apoye la investigación científica y la formación de recursos humanos, que brinde un financiamiento sostenido y suficiente a los proyectos de investigación y desarrollo tecnológico, así como también proveer la infraestructura y los demás recursos necesarios para que estas investigaciones se lleven adelante y las empresas de base tecnológica puedan surgir.
* Profesor e Investigador en el área de Economía del Desarrollo en la UNQ. Proyecto de I+D: EEPP de base tecnológica y su contribución a los procesos de desarrollo.